-Sin olvidarnos de los
“Qué”, agradecemos los “Cómo”, porque la épica tiene un lado muy humano, quizás
el más importante al final.-
Edición en español (2011) |
Género. Historia.
Lo que nos cuenta. El libro Se desataron todos los infiernos (publicación original: All Hell Let Loose, 2011) repasa la Segunda Guerra Mundial, del verano de 1939 hasta el primero de septiembre de 1945, en orden cronológico por lo general, construido con el apoyo de las experiencias de los que estuvieron allí.
Mi opinión. Evolución natural del
trabajo del escritor después de más de cuarenta años abordando diferentes
conflictos o diferentes aspectos de los mismos, esta obra destaca por aquello
que siempre pulsó en su obra, la experiencia de las personas, pero como
motivación central en esta ocasión.
Y es que, aunque siempre
citó testimonios para darnos la perspectiva humana de los conflictos que
retrató, esta vez es más hablarnos de la Segunda Guerra Mundial para
darnos la perspectiva militar, social, política y económica que afectó a las
circunstancias y experiencias de los que la vivieron. Espero estar explicándome
bien.
Porque no es que no
escriba historia, que lo hace (mucha y bien). No es que no relate la contienda y
sus eventos desde los diferentes escenarios, que lo hace (de forma excelente).
Incluso nos aporta varias visiones interesantes (cerca de la teoría o la
interpretación, pero siempre basada en hechos) y novedosas en cierto modo. Y lo
hace con una elegancia muy destacable, con un tratamiento exquisito y
pertinente de citas, cartas, testimonios, documentos y diálogos, con una
estructura en el trabajo que recuerda a los actos de una obra teatral. Pero lo
que destaca en realidad es la experiencia vivida por el testigo.
Destacado. Que la palabra
“infiernos” del título no es ni casual ni recurso.
Potenciales evocados. El lector novel de vocación
académica puede que no disfrute tanto como el avanzado y el connoisseur; algo
de Joanna Bourke, pero la despersonalización o la bestialización como temas no es el
objetivo; puntos en común con la estructura de Williamson Murray y Allan R. Millet, pero
definitivamente más humana y menos numerística; más humano que Antony Beevor, que ya
es decir, pero menos táctico; el testimonio es un medio y no, como para Richard Holmes,
un formato.